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martes, 25 de mayo de 2010

CAPÍTULO 5: ENTRANDO AL INFIERNO

Alfred estaba solo en casa. Eran sobre las siete de la tarde. Pensaba muchas cosas, sobre todo como la vida le estaba haciendo elegir entre ver a su hijo e ir al infierno, o ir al cielo, pero no verla. En un momento se cuestionó la existencia de Dios, pero ese pensamiento se quitó de su cabeza rápidamente, ya que creía fielmente en el cielo y el infierno, y sin Dios, estos no existirían.
Pensó que quizá esto era una prueba de valentía y aunque le daba miedo el infierno, pensó que siempre había que luchar por lo que quieres. Y él quería a su hijo y a su esposa. Ya lo tenía decidido. Mataría a ese hombre, y sería feliz.
Llegó el día. Alfred se dirigió al edificio de la mafia en taxi, ya que su mujer se había llevado el coche. Llevaba en una bolsa la ropa y la máscara, ya que no sabía cuando debía matarle, hoy, mañana... Llegó y llamo con unos golpes a esa puerta de garaje enorme. Valenti le recibió
-Vamos, no hay mucho tiempo- le dijo Valenti alarmado- Métete en ese coche, el BMW, ahora voy yo.-
Alfred obedeció. No sabía qué estaba pasando, y tenía miedo.
Llegó Valenti.
-Vamos, al otro escondite.- le ordenó nervioso Valenti- Verás Alfred, la policía sospecha de este escondite. No sabemos cuando vendrás, ni siquiera sabemos si lo harán, pero es mejor no arriesgarnos. Vamos a volar este edificio, y nosotros nos quedaremos en otro a 120 km de aquí.-
No iban por carretera, sino por caminos de tierra, e incluso a veces cruzaban el monte.
-Y tú, ¿qué has decidido?- le preguntó directo.
-En realidad, iba a aceptar, pero... No se... Si hay policía por medio... Sería igual que si me mataseis, y yo no puedo ir a la cárcel.-
-Alfred, no te preocupes, la policía lleva sospechando años, y nunca nos ha pillado, hay total seguridad. Nunca han pillado a nadie de mi mafia.- Le dijo intentando convencerle.
-Bueno, quizá sí, pero... No se si puedo arriesgarme-
-Para el coche.- le dijo Valenti al conductor- ¿Es un no definitivo?-
-Bueno... No, está bien, lo haré.-
-Excelente. Sigue. - le ordenó al conductor- Cuando lleguemos te diré a donde ir y a quién matar, y serás libre.
Alfred había aceptado porque sabía que si decía que no, el mismo Valenti se encargaría de matarle y dejarle allí, y sería peor, ya que su mujer pensaría que le había abandonado, y le diría a su hijo que Alfred era un cabrón. Aunque intuía que este asunto acabaría mal. Sabía que no iba a acabar hoy. Pero lo haría todo por ser el padre de su hijo.
Llegaron al edificio. Este no tenía muchas diferencias por fuera al de dentro. Sin embargo, solo tenía un piso.
Por dentro estaba descuidado y muy lúgubre. Llegamos al despacho de Valenti. Era igual que el edificio. Tenñia una mesa con dos sillas en cada lado. También se fijó en una mancha de sangre en la pared y la puerta.
-Está bien, siéntate- le dijo Valenti, Alfred se sentó.- Mañana te mandaremos un mensaje a la madrugada, para que salgas y hagas mi trabajo. Quiero que le descuartices. Y me traigas una parte de su cuerpo como muestra.-
Está bien, así lo haré.-
-¡Perfecto!, traéme un hacha- le dijo a un gorila.
Le dieron el hacha y le llevaron a casa. Alfred metió en un armario el hacha, la ropa y la máscara. Esta madrugada todo acabaría...
FIN DEL CAPÍTULO 5 :)