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viernes, 21 de mayo de 2010

CAPÍTULO 3: LA ORDEN Y MISIÓN

Llevaron a Alfred a un cuarto, le dieron un jersey, un pantalón y unos zapatos negros. Se vistió y los gorilas que le habían llevado a aquel cuarto, le subieron en un ascensor hasta la planta de arriba. Aquella planta parecía más decorada. Había muebles bastantes lujosos, y en varias ocasiones, se veía gente, la mayoría adinerada, con cadenas y otras joyas de oro, trajes caros... También vio a una mujer, estaba triste y tenía la cara llena de lágrimas. Seguramente sería como él, había pedido dinero, no lo podía devolver, y deberían haber matado a su familia, o cualquier otra cosa de ese estilo. Aquella mujer le recordó a su esposa. Él ni siquiera sabía si iba a volver con vida, y... ella estaba embarazada, no podía dejar a su futuro hijo solo, ni a su mujer...
Llegaron a un despacho. En la silla grande estaba el Señor Valenti, pero su cara no mostraba ningún tipo de enfado, parecía tranquilo y sereno, incluso con un hilo de satisfacción.
En una de las sillas paralelas a la de el señor Valenti se sentó Alfred. Sentía el aliento de los gorilas en su nuca, y aquello le ponía el vello de punta, pero nadie en esa sala parecía darse cuenta.
Entonces el señor Valenti habló:
-Mira, Alfred, eres una pieza muy importante en este ajedrez. Tienes caracter, eres jóven, y necesito que hagas un "trabajito", solo te lo puedo pedir a ti. Uno, y ya está, te dejaremos en paz mi mafia y yo.- Le dijo
-Dígame lo que es.- le respondio. Aparentaba tranquilidad, pero en realidad estaba nervioso, solo puedes saber dos cosas de los "trabajitos" de la mafia, que siempre son horribles, y que nunca es uno, siempre te persiguen.
-Tienes que encargarte de un hombre, alguien que lleva mucho tiempo molestándome a mí y a mi mafia.- le dijo
-¿Qué es lo que se supone que tengo que hacerle?- le preguntó temeroso Alfred
-Quiero que le mates, de la forma más cruel y dolorosa que puedas. Ahórcale, descuartízale... ¡Lo que quieras!, pero que sufra.- le dijo con un aire de maldad.
P...Pe...P... Pero yo no puedo, no... yo soy un hombre honrado y bueno, si hago eso, ¿cómo podría mirar a la cara a mi mujer?, ¿o a mi hijo?. Yo... No se...-Le dijo, sabiendo que si no lo hacía, algo malo le iba a pasar.
Mira, Alfred, la elección es tuya, o sobrevives con nosotros y eres el feliz padre de tu futuro hijo, o mueres-
El señor Valenti dejó una máscara sobre la mesa. Aquella máscara le recordaba mucho a Alfred a quellos muñecos de acción, con aquellas máscaras, aunque no se parecían.
-Solo tienes que ponerte esta máscara, matarle y ya está, en paz....- le dijo
Pero... pero... yo...- Alfred no podía decir nada, las palabras nos salían de su boca. Al final consiguió hablar- ¿Pero, por qué esa máscara? No lo entiendo.-
-Digamos que es un signo de la mafía.- le respondió- Mira, Alfred, hagamos una cosa, vete a tu casa, piénsalo bien, y pasado mañana vienes, y me dices. Y por tu bien, espero que me digas sí, si no despídete de ser padre, despídete de vivir. Chicos, acompañadle a la puerta y dadle dinero para un taxi, Alfred, ¿tienes teléfono móvil?-
-No, señor- le respondió.
Está bien, también llamadle al taxi. Recuerda Alfred, vivir o morir.-
Los gorilas le acompañaron a la puerta, le llamaron a un taxi y esperaron a que se fuese.
FIN DEL CAPÍTULO 3, ¡PRONTO EL 4!