Llegó tarde a casa, había sido una noche ajetreada, no podía creer lo que le sucedía. Todavía tenía la máscara en sus manos, la guardó en un armario para que nadie la pueda ver.
Abrió la puerta de su habitación, allí estaba su mujer durmiendo. Él no quiso despertarla y se quedó en el sofá. Sacó una botella de ron que compraron en un viaje a Nueva York, cuando todavía podía fardar de tener algo de dinero. Bebió un trago después de otro para ver si podía olvidar lo que a sucedido.
Sabía que tendría que aceptar, pero él no quería matar, no era de ese tipo de personas, pero la vida de su familia estaba en sus manos.
Llamaron a la puerta, eran las 5:47 de la madrugada y el cartero no se pasaba nunca a esas horas. Cuando quiso ver quién era el gamberro que había llamado a la puerta ya se había ido, pero en su lugar dejó una carta en el suelo. Era de color negro, y se imaginaba de quién podía ser…de Valenti. Se sentó y vio el contenido:
Querido Alfred:
Sé que es difícil para ti tomar una decisión pero nos es urgente que decidas en 24 horas. Acuérdate de lo que te dije, sobrevivir o morir, pero
ambos sabemos que aceptarás, eres demasiado predecible.
Un gran saludo para mi futuro socio.
Valenti
Alfed sabía que lo que estaba escrito en la carta era cierto. Para qué hacerles esperar 24 horas si va a dar el mismo resultado. De repente se oyeron nos pasos procedentes del pasillo. Fue a ver quien era, quizá era uno de los aliados que buscaba una respuesta. Cogió la metralleta que guardaba para ocasiones como ésta. La cargó, la colocó y fue a la búsqueda.
Sus cinco sentidos estaban a alerta por si alguien le atacaba. Los pasos procedían de la esquina, se giró bruscamente:
-¡Aaaaaaaaaaah!-grito su mujer-Me has dado un susto para morirme,¿Quién creías que era?
-Lo siento, no pretendía despertarte, ¿qué haces levantada a estas horas? Son las 6 y empiezas a trabajar a las 9.
-Primero pregunto yo, ¿por qué no has venido a dormir? Y menos sin avisarme. Me has preocupado mucho, y no me cogías el móvil. Te he llamado miles de veces y no he recibido ningún mensaje ni ninguna llamada.
-Lo siento, de verdad, me entretuve con unos amigos, y no oí el teléfono.
-Que sea la última vez, por favor.
-Te lo prometo-Alfred cogió suavemente las manos de su mujer, avergonzándose por dentro, porque nunca le podría contar lo que sucedió aquella noche, cuando cambió todas sus vidas.